El islam es la religión mayoritaria en decenas de países ubicados en el Medio Oriente, África y Asia, y es la fe que practican millones de personas en otras partes del mundo. Se estima que en el mundo hay 1.600 millones de musulmanes.
Y una realidad que tal vez vemos como muy lejana, pero con la que podemos tener muchas cosas es común es la que viven miles de mujeres y personas con capacidad de gestar en la religión islámica.
Según los especialistas en el Corán (libro sagrado del Islam) no existe un párrafo donde se prohíba explicitamente el aborto, pero sí donde se condena el asesinato de los/as hijos por miedo a no poder darles una vida digna.
Pero, también reconocen que el aborto por causas médicas o cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la madre, es un derecho al que toda mujer debería tener acceso, a pesar que en la realidad no sea así. Ya que se debe proteger la vida de la madre, una vida entera y constituida; que según las creencias religiosas representa el mal menor en esta situación.
Y al igual que todo en esta vida, existe una gran diversidad de creencias y posturas sobre el aborto en el mundo islámico; según teólogos y juristas islámicos, el aborto puede ser permitido antes de los 120 días, donde aún no se le ha entregado un alma o espíritu al feto y por lo tanto aún no es poseedor de vida humana. Es decir, antes de los 3 meses, el feto sigue siendo un conjunto de células, pero no una vida como tal.
Sin embargo, estas creencias son flexibles en el caso del aborto terapéutico llegando a permitirlo en escuelas de pensamiento más abiertas hasta la semana 16, pero en otras más conservadoras, solo hasta la semana 7 del embarazo.
Y es que la realidad de las mujeres que viven en sociedades mayoritariamente musulmanas es un escaso o nulo acceso a métodos anticonceptivos modernos o naturales, «quedando» casi como única opción el aborto.
Lo que muchas veces es desconocido por una sociedad que altamente machista y misógina, que mide la realidad solo desde la experiencia y vivencia masculina. Como es el caso de muchos, por no decir todos, los países del mundo, sean o no islámicos o creyentes de alguna religión.
Y es que en países como Afganistán, Egipto, Argelia, Libia, Bangladesh, Irán, Indonesia, entre otros países solo se contemplan dos excepciones para que un aborto sea practicado: cuando la vida de la madre está en peligro y cuando el feto presenta graves problemas y se establece que se practique en los primeros cuatro meses del embarazo, tras la confirmación de las autoridades médicas.
Fuera de estas dos excepciones, es considerado un acto criminal, que atenta contra la sacralidad de la vida humana. Además, la gente involucrada en el aborto, no sólo la mujer, pueden llegar a enfrentar graves consecuencias, en algunos casos incluso penas de cárcel.
Obligando a miles de mujeres a realizarlos de forma ilegal y clandestina, exponiendo su salud y su vida o a graves condenas sociales si son descubiertas realizando estas prácticas. Lo que representa una grave vulneración de derechos humanos fundamentales, al igual que una profunda brecha de género; que no solo se evidencia en el mundo islámico, sino en el resto de la sociedad.
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