La maternidad desde el privilegio

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La maternidad por sobre todas las cosas es una elección personas y que acarrea cambios fundamentales en la vida de una mujer. Sea que opte por la gestación o la adopción, esta decisión, que solo es de la mujer, debe ser deseada y consciente.

Pero, qué sucede cuando esta es impuesta, cuando la maternidad deja de ser una elección y se transforma en una regla; pues esta es la situación de la maternidad en una cultura machista. Una cultura que nos enseña que ser madres es nuestra principal función y meta en la vida.  Y cuando dudamos de eso, llega la sociedad y todos sus miembros a recordarnos que es así, por que es lo «natural».

La maternidad forzada también es una forma de violencia, y una de las más ocultas, que daña a la mujer a la que se obliga a ser madre y a les hijes que nacen producto de ella. Y todos los estragos que esto produce repercuten luego en esa sociedad indolente, que finge defender «las dos vidas», pero que no se preocupa de esa vida cuando nace y crece. Pero que no hace nada por esa vida cuando está en situación de vulnerabilidad o es víctima de violencia.

¿En realidad una maternidad forzada puede ser una «bendición», el «regalo del cielo» y lo «mejor» que le puede pasar a una mujer?

Pues no, una maternidad forzada es un acto cruel y denigrante; una maternidad no debería acabar con el proyecto de vida de una mujer, sino ser parte de él.

La maternidad no debería ser el hito con el cuál la mujer deja de existir y tiene que tomar el papel de la «MADRE» a cargo de sus hijes 24/7, porque sino no es una buena madre. Sobre todo cuando esta maternidad es producto de un hecho no consensuado, como es el caso de la violación sexual; o surge en un contexto de violencia y coerción.

Cada persona es libre de decidir su futuro, lo que incluye si desea o no la maternidad, cuántos hijes desea tener y en qué momento de su vida hacerlo. Por eso el derecho al acceso Métodos Anticonceptivos Modernos, a una Educación Sexual Integral; a una educación con Enfoque de Género y respeto a la diversidad; como a tener acceso a un aborto seguro, legal y gratuito para no morir, son vitales.

entre las razones para que las mujeres den de estudiar, según el ENDER 2018, están:

  • Razones económicas; ayudar en la chacra o negocio familiar, falta de dinero y necesidad de trabajar para
    ganar dinero.
    • Razones familiares; quedó embarazada, unión conyugal, necesidad de cuidar niños pequeños.
Perú, cuna de las madres solteras y las paternidades ausentes

El Perú es un país nacido de la migración y la diversidad cultural, pero sostenido por el trabajo de las madres solteras y las paternidades ausentes. Aunque se considere que el jefe de familia es el padre, basta observar la realidad de la mayoría de familias, donde la madre es el pilar.

Madres que tienen jornadas de 12 0 16 horas de trabajo para llevar el sustento a su casa, lo que muchas veces las lleva a dejar a sus hijes en casa, a cargo del/la hermana mayor o a cargo de un familiar. Lo que no es garantía para una verdadera seguridad.

Por más que una figura paterna esté en el hogar, la paternidad implica más que su sola presencia en la vida de sus hijes, y va más allá de dar parte del sustento económico, lo que no compensa la doble jornada de trabajo que las mujeres realizan, tanto el el trabajo y luego en casa.

La maternidad desde el privilegio

Cuando emitimos un juicio u opinión personal sobre la condición de otra persona no podemos evitar hablar desde nuestra percepción; pero no somos conciencia que esta percepción no solo está cargada de subjetividad, sino de las comodidades y necesidades que tenemos, la damos desde nuestro aprendizaje y lo que hemos vivido.

Cuando juzgamos a una madre por no quedarse 24/7 al cuidado de sus hijes reforzamos la idea que una mujer no va más allá de la maternidad. Cuando le criticamos a una madre no haberse preocupado cuando su hije de víctima de abuso sexual en casa le echamos la responsabilidad a ella y no al agresor/a.

Se hace fácil cuestionar a una madre o a una mujer por tener una vida fuera de la maternidad y declararnos «buenas madres». Cerrando los ojos hacia la culpa que también debe cargar los padres ausentes, los cuales también tienen responsabilidad sobre la seguridad, cerrando los ojos al hecho que el Estado no brinda las condiciones básicas para que una madre salga a trabajar y deje a sus hijes en un espacio seguro y la sociedad indolente que juzga, pero no organiza la rabia para combatir la violencia hacia las mujeres.

Asignar responsabilidades

Nadie puede negar que el cuidado de un/a menor es responsabilidad de los adultos que tiene cerca, pero qué pasa cuando estos no están al tanto de su cuidado… Pues hechos trágicos y en algunos casos irremediables, como es el caso de Camila, la menor de 4 años que murió víctima de secuestro y violación por parte de otro menor de 15 años.

En el caso de Camila, se puede observar como funciona este sistema machista, donde lejos de dirigir la atención y la responsabilidad a la violación y asesinato de ella, se arma toda una máquina de sanción hacia Mirella, su mamá de 22 años. Tanto la comunidad, como su familia y la sociedad la han tildado de «mala madre», de irresponsable y han cuestionado cada uno de sus hechos.

Que si estaba en una fiesta, que si dejó solas a las niñas, que sino no llora desconsolada en las cámaras; todo es buen argumento para colocarla al centro del linchamiento público y olvidar que no es el primer caso en que una menor muere a causa de la negligencia en su cuidado. Pero en casos donde les menores han muerto a causa de estar encerrados durante un incendio o que han muerto atropellados/as, electrocutados/as, etc. no se genera esta presión mediática hacia el padre o la madre, sino que nace un profundo sentimiento de tristeza y pena por lo sucedido, que luego se olvida con la siguiente noticia que aparece en la televisión.

¿Qué es diferente en el caso de la Camila a los otros casos?,

Pues todo, porque en el caso de Camila se busca esconder que fue víctima de violencia machista, provocada por una cultura que enseña a maltratar, violar y matar a las mujeres y que el menor de 15 años encarna muy bien. Pero que es más fácil ocultar tras la etiqueta de «mala madre» que tiene la culpa que hayan violado y matado a su niña.

Negligente si, pero que ella haya ocasionado la trágica muerte de su niña es olvidar la circunstancia en que se suscitó esa muerte y las razones de fondo que hay detrás del hecho.