Un término planteado por la feminista Luciana Peker, la cual hace referencia a las nuevas formas del quehacer feminista no solo en el espacio público mediante las protestas y manifestaciones, sino también desde lo privado, en la casa, la familia y los círculos cercanos.
Un logro de los movimientos feministas del siglo XXI y sobre todo las jóvenes feministas, quienes han llevado estas discusiones ahí donde las antecesoras no pudieron, a la mesa en la cena y con la familia.
En nuestro artículo «Feminismo del siglo XX» comentamos un poco de cómo inició y se vivió esta época del feminismo, el cual se caracterizó, entre otras cosas, por la toma de la calle, del espacio público y del grito ante una sociedad que se negaba a dejar de ver la VBG como un tema de «pareja» o de «familia»; en lugar de un síntoma del sistema patriarcal, que oprime y violenta a las personas, pero sobre todo a las mujeres.
Y es que la violencia hacia la mujer se ha vuelto un tema de lo más popular, gracias a que las discusiones ya no están solo en las ONG, en los plantones o en los debates académicos e institucionales. Ahora lo conversamos, lo cuestionamos, lo expresamos en todos nuestros espacios, politizandolos para demostrar que esto nunca fue un problema que deba solucionarse en las cuatro paredes de la casa.
Pero que sí debe conversarse en la mesa, con la familia, las amigas, las colegas; para generarnos una opinión propia sobre lo que es el feminismo y no seguir repitiendo un discurso que ya huele podrido, por no tener ningún fundamento, como que el feminismo es igual al machismo pero al revés; que las feministas odian y quieren acabar con los hombres; que el feminismo no me representa y tantas otras cosas que solo escuchamos y repetimos como ovejas en el corral.
Un feminismo que ha tenido logros y desaciertos y que permite que cada vez más personas ( y cada vez más jóvenes) tomen conciencia sobre el tipo de sistema en el que vivimos y que cuestionen las ideas que se nos han impuesto desde la cuna, como el azul para niños y rosa para las niñas; que tomen acciones desde sus posiciones para contrarrestar los efectos nocivos del patriarcado y que contruyamos un presente y un futuro igualitario.
Y así como nuestras ancestras nos dieron las bases para que el movimiento feminista floreciera en el siguiente siglo, nosotras y nosotrxs les damos las bases a las siguientes generaciones para que abran más puertas y conquisten más derechos, por quienes ya no están, por quienes estamos y por quienes estarán.