Esta semana un nuevo caso de abuso infantil ha inundado los medios de comunicación nacionales. Una niña de 4 años que fue secuestrada, violada y asesinada en la zona de La Mina, independencia.
Pero lejos de responsabilizar al o los agresores, toda la culpa recae en Mirella Huamán Santiago, de 22 años, madre de la menor. Una mujer, madre soltera, madre joven, quien no tenía una red de apoyo que la ayudará en el cuidado de sus menores hijas .
Los medios amarillistas, a quienes solo les preocupa el rating y las ventas, han desviado toda la responsabilidad a culpar a Mirella de este hecho; la tildaron de irresponsable y «mala madre», por salir a trabajar de madrugada y dejar a las menores a cargo de otra menor de 9 años.
En dónde queda la responsabilidad del agresor de esa niña, del padre, de la sociedad. Cada que pasa un caso así, la primera y única responsable parece ser la madre. Por no estar, por estar, porque las dejó, porque no la cuidó, etc.
Esta sociedad busca culpables y al no poder culpar a la niña por estar «en el lugar incorrecto», se culpa a la mamá, por no estar en el «lugar correcto» y cuidar a la niña de no ser violada. Pero, acaso se enseña que una mujer esté donde esté debe ser respetada, que una forma de vestir, caminar es una justificación para la violencia.
Es lamentable que en un país donde la mayoría de las familias tienen como JEFA de familia a una madre soltera y con altos índices de paternidades ausentes se culpe a una madre por tener la necesidad de dejar a sus hijas al cuidado de alguien más.
Sobre todo cuando ni el estado, ni la sociedad brinda servicios de guardería o acompañamiento a estas madres; cuando los índices de violencia sexual indican que la mayoría de casos se presentan dentro de casa, por familiares cercanos; sobre todo cuando la mayoría de madres solteras son adolescentes o jóvenes en situación de pobreza o pobreza extrema y no tienen acceso a servicios de cuidado privado.
Es ante casos así en los que de debemos preguntarnos, qué estamos haciendo realmente para mejorar la condición de las mujeres en nuestro país. Y a propósito del 8M, preguntarnos cuál es la realidad que viven las madres trabajadoras, que se ven obligadas a jornadas de 12 o hasta más horas para darles condiciones de vida a sus hijos e hijas.