Ayer fue un día muy importante para el movimiento en pro de los derechos humanos de las mujeres en México, luego de una larga discusión en su Corte Suprema de Justicia, se declaró que era inconstitucional el criminalizar a una persona con capacidad de gestar por someterse a un aborto por un embarazo no deseado.
Y es que si bien en la capital México desde 2007 se podía realizar un aborto voluntario hasta las 12 semanas y en los siguientes 13 años otros tres estados siguieron esa línea, aún existían 28 estados que criminalizaban esta práctica.
Siendo los más castrantes en sus leyes el estado de Coahuila y Sinaloa, en uno de ellos, el aborto se penaliza con cárcel de uno a tres años, y el otro está blindado con una norma que protege la existencia de vida desde el mismo momento de la concepción.
Grandes avances
En la actualidad el debate ha dado grandes pasos al centrarse en el derecho fundamental de la persona gestante a decidir si continuar o no un embarazo, muy diferente a los anteriores debates en el país ( y que aún se usan en otros países del continente), que giraban en torno a que si el aborto debía o no darse, si las y los congresistas podrían legislar contra esta práctica y demás.
Y es sumamente significativo que la Corte Suprema incluya el enfoque de género al observar y legislar sobre la problemática de salud pública del aborto en México, donde según cifras se estima que se daban entre 750 mil a un millón de abortos clandestinos e inseguros al año.
¿Qué significa?
La Corte Suprema es la instancia más importante en materia legal a nivel de país en México, por lo que las sentencias que esta dé son de cumplimiento obligatorio en todos los estados.
Por eso, el voto unánime de las 10 personas que la integran crea un precedente histórico que sienta las bases para una legislación más humana en torno al aborto y obliga a los estados a revisar su legislación para adecuarse a la misma, dejando de criminalizar este derecho.
Ahora que sigue
Tal como se anunció en diciembre del 2020, la marea verde que Argentina instauró tendría repercusiones importantes en el continente, iniciando una conversación que puede resultar «incómoda» en los países donde el aborto está penado y las sociedades tienen fuertes creencias antiderechos.
Pero la lucha feminista y el movimiento de mujeres no descansa, luego de largos años de impulsar este debate en diferentes instancias ve sus frutos y disfrutan los logros, sin que signifique que la lucha ha terminado.
Lo que resta en el caso de México es seguir el proceso de cambio legislativo en todos los Estados, para que cumplan con la sentencia de inconstitucionalidad al penalizar el aborto. Y para el resto del continente sigue poniendo este debate en la mesa y presionar para que los Gobiernos nacionales cumplan con la laicidad del Estado.
